¿PRIMERO MUERTA QUE SENCILLA?

Mi mamá y mi abuela son ese tipo de mujeres siempre en su sitio, peinadas, maquilladas, elegantes, resistentes a envejecer, que hasta hace poco vivían ocultando cada mella de los años, resistiendo lo inevitable. Fui criada a imagen y semejanza, y por muchos años, he sido tal cual.

Siempre pensé que una mujer bonita era una mujer arreglada, producida, que lo sencillo era un problema, un gran insulto sería decir que alguien era “simplona” o del montón.

Además, la crítica a otras siempre era bienvenida, y más si no estaba “arreglada” como pensábamos que debía ser.

El concepto de sororidad o de amistad entre mujeres no existía, era más una competencia permanente con las demás, por verse más linda, más joven, mejor vestida, etc.

¡Qué gran peso por cargar ser mujer con esta mentalidad!

Paradójicamente esta búsqueda de estar siempre producida y ser la mejor, solo puede sustentarse en una gran sensación de inseguridad, donde lo que existe por naturaleza nunca es suficiente y hay que mejorarlo para poder ser vista.

El maquillaje una cárcel, salir sin él imposible, verse al espejo y enfrentarse a la realidad de lo que uno es sin arandelas y no poder aceptarse, un martirio.

Por algún tiempo fui modelo, y nunca pude escaparme de la sensación de ser un fraude, pues pensaba que en cualquier momento los demás iban a descubrir que en realidad lo que hay debajo del maquillaje y la ropa siempre en punto, no tenía nada que ver con lo que realmente soy.

Mi proceso empezó lento, simplemente era demasiado costoso vivir para estar siempre bien, me encontraba perdiéndome de disfrutar momentos por estar preocupada por el despeluque, el retoque, un sucio en la ropa, diciendo que no a planes por que no quería estar en situaciones donde me sintiera incómoda conmigo misma.

No ha sido un cambio de la noche a la mañana, pero cada vez me he ido simplificando más, entendiendo que no hay nada por lo cual competir, la belleza no es un factor que lo define todo, y menos el valor de cada persona, he encontrando a las mujeres auténticas, seguras y felices como las más hermosas, el alma se sale por los poros.

Por primera vez en años empecé a disfrutar ser yo, a salir sin preocuparme por el retoque y el sudor, me siento mejor que nunca, qué curioso, es sin tanta producción, con más kilos y años encima que mejor me siento.

Además, me he dado cuenta que el juicio sobre si alguien es bonito, el disfrute visual dura unos minutos, pero lo que se siente cuando se comparte con alguien que es libre de ser ella misma, no es comparable con ninguna apreciación de belleza que haya tenido jamás.

Aún hay retos a mi seguridad, pero he tratado de asumirlos con compasión y como mejor he podido sobrellevarlos, con amor y entendimiento hacia mi misma.

Definitivamente este camino se siente mucho más liviano así, ha sido RENACER en lo que verdaderamente soy.

Y si, ese dicho familiar “primero muerta que sencilla”, efectivamente ocurre, pero no como creemos, pues esa búsqueda por ese ideal imposible si mata, le da una estocada a la seguridad, a la tranquilidad y la autenticidad, al disfrute de la vida, a la comodidad, y darnos la posibilidad de ser quienes somos. Quiero ser abanderada de la sencillez, y aunque para mi es un camino muy largo de recorrer por mi historia, al menos estoy en él, construyendo quien quiero ser día a día. Quiero poder decir primero sencilla, que muerta en vida.

 

Anónimo